Justin Anderson ilusiona con sus actuaciones en la Summer League



Justin aún recuerda su primer mate. Él y su padre habían ido a ver jugar a su hermano, y estaban lanzando a canasta en una pista auxiliar en un rato libre. El padre le dio indicaciones para que machacará un alley-oop, y así lo hizo. Tenía 12 años, algo claramente extraordinario. 

"Fue genial", dijo Anderson hace un año para un reportaje de Sports Illustrated. "La cosa es que intenté hacerlo de nuevo para alardear delante de mis compañeros, pero no me volvió a salir". 

Anderson fue considerado como uno de los 50 mejores jugadores de instituto de su promoción. Se comprometió con Maryland, pero cambió de idea cuando el entrenador Gary Williams se retiró, y finalmente acabó en los Virginia Cavaliers. Pero no llegó como una estrella y opción dominante en ataque. 

El sistema de Virginia es muy estricto y metódico, y Anderson se vio en un rol secundario en sus primeras dos campañas. Fue ahí cuando le empezaron a llamar Simba, en principio porque El Rey León es su película favorita, pero también por las características que comparte con el protagonista: las paciencia, la perseverancia, el trabajo, la lucha, el valor de la familia...

"No puedes esperar simplemente que te regalen las cosas", dice Anderson. "Cuando era más joven creía que lo iba a tener todo simplemente por ser atlético. La gente me decía lo bueno que era y empecé a creérmelo y a dejar de trabajar. Quizás tiraba un par de veces a canasta y jugaba un par de pachangas. Es mucho más que eso. Tienes que echarle horas y horas de trabajo. Tienes que valorar las pequeñas cosas. He tenido muchas lecciones sobre la vida ya, podría hablar de eso durante días. 

"Ahora es un jugador principal en ataque", dijo sobre él Mike Brey, entrenador de Notre Dame, en su tercer año. "Tiene esa confianza. Cuando tienes ese tamaño, esa fuerza y la habilidad de lanzar así, lidiar con él es muy complicado para cualquiera en esta liga". 

Hasta ese punto no es que Anderson hubiese estado desaparecido. Después de todo había sido titular en 22 partidos en sus dos primeros años y también había ganado un premio al mejor suplente. Pero no era una prioridad para los oponentes. El ser un recruit top 50 no se trasladó inmediatamente a su carrera universitaria. Su extraordinario potencial físico no le libró de tener que ganarse la confianza del entrenador Tony Bennett, especialmente en el apartado defensivo. 

Pero Bennett ya esperaba que Anderson jugase como un jugador hecho la temporada pasada. El entrenador le dijo que no esperaba la perfección de él. Pero que tampoco quería escusas. Que aprovechase la oportunidad que iba a tener. "Siempre he seguido poniéndole retos. No tiene que ser como Joe Harris. Tiene que entender cómo puede ayudar al equipo. Y me gusta la madurez que he visto". 

En el verano de 2014 Simba voló a Chicago para visitar a su primo Jermon Bushrod, jugador de los Chicago Bears de la NFL. Bushrod le llevó a un centro de acondicionamiento físico en el que Anderson continuó con el trabajo de pretemporada de Virginia mientras lo aumentaba con egercicios de agilidad y velocidad destinados a mejorar su juego de pies y su explosividad. 

Anderson también observó cómo vivía su primo, y cambió sus propios hábitos. El veterano de la NFL se levantaba temprano y tomaba un buen desayuno, por ejemplo, mientras que Anderson era como otros chicos de la universidad que ganaban una o dos horas más de sueño a costa del desayuno. 

"Para él toda su vida era su trabajo", dice Anderson sobre su primo. "Intenté trasladar eso al baloncesto. Quería ir a entrenar como si fuese mi trabajo". 

Pero lo que llevó a Justin a dar el salto definitivo fue una mejora en su mecánica de lanzamiento. Durante su visita a Chicago también contactó con Steve Pratt, un entrenador de lanzamiento que ha trabajado con Elton Brand, Brad Miller o Thabo Sefolosha en el pasado. Utiliza biomecánica para examinar la mecánica de un jugador y refinarla. Empezaron a trabajar juntos y eso probablemente cambió su carrera. 

Para implementar los cambios, qué casualidad, Anderson hizo el "ejercicio Dirk Nowitzki" que utiliza Pratt, en el que el jugador establece sus pies en la posición de tiro, baja hasta tocar los talones con el culo, y después se eleva para lanzar. Se empieza haciendo lentamente para que el jugador organice mentalmente los movimientos. 

"Eso te fuerza a utilizar las piernas en el lanzamiento", explica el entrenador. "Un tipo como Justin, que es muy fuerte, no necesitaba utilizar sus piernas. Podría lanzar simplemente con sus brazos. Pero de esa forma eres más inconsistente". 

Los cambios del verano lanzaron a Justin Anderson a una gran temporada. Pese a perderse ocho partidos por una fractura en un dedo y una apendicitis, la National Association of Basketball Coaches le seleccionó para el tercer equipo All-American y los Cavaliers finalizaron con un récord 16-2. 

Después llegaron los workouts. Se trata de una época muy complicada para los candidatos a ser elegidos en el Draft. Por un lado, está la presión de tener que causar buenas impresiones a sus posibles futuras franquicias. Por el otro, se encuentran con que casi pueden tocar su sueño con la yema de los dedos, y eso aún les añade más presión. 

A principios del mes de junio, Justin Anderson estaba entrenando para Los Angeles Lakers, cuando Kobe Bryant entró por la puerta para presenciar la última media hora de su workout. Con cara de póker, como si hubiese entrado un desconocido, Anderson prosiguió con la sesión lo mejor que pudo. 

Algo parecido le pasó unos días después en Chicago. Allí estaba Jimmy Butler, All Star y jugador que ha dado el salto a estrella de la NBA, mientras Anderson realizaba una serie de ejercicios para los entrenadores sin inmutarse. 

Después de todo, Simba aspiraba a ser su compañero en unas semanas. 

"Todo lo que haces en este proceso es para intentar seguir sus pasos", dijo Anderson al Daily Press hace unas semanas. "Quieres retarte a ti mismo y presionarte para convertirte en lo mismo que ellos. Todos hemos pasado por el mismo proceso. Todos empezamos en el Draft y trabajando a partir de ahí para ser grandes. Prácticamente te ves como alguien igual a ellos en el momento inicial de sus carreras. Tienes que darte cuenta de que con mucho trabajo a lo mejor eres capaz de ponerte en la misma situación en la que se encuentran ahora". 

La mayoría de analistas le consideraban una elección de final de primera ronda, pero algunos como Jay Bilas de ESPN le colocaban como un posible robo del Draft. 

"Es un talento top 20, y si sale por debajo de eso mucha gente se preguntará en unos años por qué pasó", dijo Bilas. "Podrías meterle ahora mismo en un partido NBA y atléticamente daría la talla. No le hace falta ser más fuerte. Es bueno en transición, bueno en defensa, mete los tiros abiertos, es capaz de llegar al aro. Puedes lanzarle un alley-oop y sabe cómo terminarlo. Contribuye en todo. Va a ser un buen jugador NBA, especialmente en la liga "sin puestos" y con gente polivalente a la que está evolucionando.

Los buenos jugadores, y Justin Anderson es un jugador realmente bueno, pueden jugar en cualquier sistema. No veo ninguna barrera que le prive del éxito en la NBA". 

A pesar de su buen año, Anderson sabe que tiene que trabajar para encontrar su nicho en la NBA. 

"La NBA es diferente a todo lo demás", dice Anderson al respecto. "Quieren que seas realmente bueno en algo. Todo el mundo es realmente bueno en alguna cosa. Pueden hacer más, pero hay algo en lo que destacan. 

Si juego con un base que sea realmente bueno utilizando bloqueos, va a necesitar a alguien en la esquina capaz de anotar desde ahí. Puedo verme con ese rol en el ataque especialmente en mi primer par de años. Abrirme a la esquina, meter lanzamientos abiertos, ayudar en el espaciado y, defensivamente, ser capaz de defender múltiples posiciones". 

Las primeras señales que ha dado con los Dallas Mavericks son muy positivas. Los entrenadores y los compañeros están encantados con él y con su trabajo. Los fans, intrigados con sus posibilidades y con su potencial. Y él, centrado en el objetivo de su carrera. 

"Ojalá llegue el día en el que hay un grupo de jóvenes entrenando y yo pueda ser ese tipo que se sienta en la grada a verles, y que ellos me respeten por lo que he hecho", espera Anderson. "Tengo mucho trabajo que hacer para llegar a eso". 
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